Maxine Chernoff
traducción de Valeria Meiller
Hay un mundo para cada apetito
—Bachelard
Fuiste protagonista de la película con Maud Gonne y Sócrates y Julieta y una bandada de gorriones que eran un punto fijo como la aguja de una catedral pero hecha de plumas. Estabas con ropa y sin ropa y no tenías puesto nada visible salvo cuando te sentaste o te paraste y empezaste a hablar, y entonces las palabras estaban hechas de hilo negro y tus dedos las sostenían como en el esquema de un sueño. Estabas ahí y no ahí cuando en parte te sostuve, la idea de vos se fue apagando hasta volverse la insinuación de un dejo de luz junto a una ventana en un cielo bien al oeste. Y bajo la ventana, tu cara no era íntima como las de esas personas que uno ama sino más vaga y por tanto más íntima en su complejidad sombría. Si el agua es la prueba de la sed y lo cognoscible se cierra sobre sí como una hora de satisfacción con un libro, entonces las historias pueden terminar mientras empiezan sin el sufijo del tiempo y sus presiones. Fuiste protagonista de la película, y ciertas necesidades volaron como figuras animadas por su propio reconocimiento.
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Imagen: Barbara Scotto
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