Rowan Ricardo Phillips
traducción de Ezequiel Zaidenwerg
A UN VIEJO AMIGO EN PARÍS
Yo nunca vi al fantasma de tu madre.
Pero vi tus poemas acerca del fantasma
de tu madre, rozándote al pasar
a la vera del Sena, y lo vi en Linda Gregerson,
o en las acciones invisibles que alientan esos poemas
sobre el fantasma de tu madre, aquel escalofrío
al escribir, que se marchita y se transforma en algo
dúctil, y las palabras para hablar del tiempo
se tiñen de repente de lavanda y sal, y los cortes de verso
ásperos se apaciguan, el poema se abre
como una oreja que se apoya sobre
la fría puerta de una caja fuerte, hasta oír el chasquido.
Aun cuando es de día en una cueva oscura, la oscuridad persiste.
Y así, la única forma de encontrar una certeza
es entornar los ojos y tantear.
*
LUCAS Y MARK
Estoy sentado, apretujado, entre dos obras de Chuck Close:
“Lucas” sin luces, hecho con unos puntos gruesos
que se recortan sobre un fondo de colores oscuros,
su pelo desprolijo, su barba desprolija, su mirada desprolija
que se proyecta más allá del banco que hay entre él y “Mark”.
Nunca se ha visto a nadie en el Met más deseoso
de estar allí que “Mark”. Cada uno de sus poros
y cada raspadura que se hizo al afeitarse cobran vida.
Su sonrisa de dientes de conejo, sus hombros y su cuello
fuera de foco tienen en común
el chiste recurrente de mostrarnos las cosas como son.
Al igual que a Buscemi, es imposible mirarlo y no quererlo.
Sus anteojos de plástico barato reflejan unas luces
que él solo puede ver. En grupitos de dos
o tres, la gente posa con la cabeza colosal
de Mark: las chicas italianas de piel anaranjada
con sus vestidos caros de campesinas
hacen el signo de la paz y luego
le tiran besos. Mientras tanto, Lucas,
solito en su rincón, donde a lo lejos
es real, no el manojo enloquecido
de píxeles que muestra ser de cerca, baja los ojos
hacia mí, como si percibiera que lo estoy mirando,
con la esperanza de que me dé cuenta
de que es un hombre de verdad.
*
EL PRIMUM MOBILE
Oh tierra de un solo árbol, tierra de un Oh rotundo,
que filtra los afectos fugitivos en el fuego primigenio,
mientras que yo, el poeta Rowan, laureado de cenizas
y nidos de aves fénix, no llego a conocerte.
* *
Imagen: Myriam Bornand
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