Colaboraciones de JP Cuenca

J.P. Cuenca Nació en Río de Janeiro en 1978. Participó de diversas antologías en Brasil y es autor de las novelas "Corpo Presente"(Planeta, 2003), "O dia Mastroianni"(Agir, 2007), “O único final feliz para uma historia de amor é um accidente” (Companhia das Letras, 2010), publicado también en Portugal, España, Alemania, Estados Unidos, Finlandia y Francia. Es autor de una antología de crónicas llamada "A última madrugada" (Agir, 2012), que recoge sus textos publicados en Jornal do Brasil y O Globo. También ha colaborado para publicaciones como Babelia (El País), Playboy, Vogue y Time Out. En 2007 fue seleccionado por el Festival Hay como uno de los 39 jóvenes autores más destacados de América Latina y el año pasado fue elegido por la revista Granta como uno de los 20 mejores escritores brasileros menores de cuarenta años.

O único final feliz para uma história de amor é um acidente

Publicado el 10 de febrero de 2014 por JP Cuenca en lenguajes invitados.

 

 

Não posso vê‐la esta noite

Tenho que desistir

Então vou comer fugu

Yosa Buson (1716‐83)

 

 

1.

Antes do sr. Atsuo Okuda abrir a caixa, tudo estava escuro.

Mais que isso: não havia nada para ser iluminado antes do sr. Okuda abrir a caixa. Se o sr. Okuda nunca houvesse aberto a caixa, nada existiria. O mundo só começou a partir do momento em que o sr. Okuda abriu a caixa e disse a palavra. Ele disse: Yoshiko.

E Yoshiko ficou sendo o meu nome.

Depois que o sr. Okuda disse Yoshiko, eu ganhei, além de um nome, muitos começos e um fim. Eu começo na ponta dos meus dedos, nos fios dos meus cabelos, na planta dos meus pés, nos bicos dos meus peitos, na pele que cobre o vazio que há no meu corpo e em toda a … Leer más »



El único final feliz para una historia de amor es un accidente (fragmento)

Publicado el 10 de febrero de 2014 por Elizabeth Lowe, JP Cuenca y Martin Caamaño en Ficción.

 

J.P. Cuenca
Intro y traducción por Martín Caamaño

“A través de los idiomas vamos aprendiendo algo de nosotros mismos, de nuestra ansiedad gratuita, melancólica y vana”, escribió el cronista brasileño Rubem Braga. Aprendí portugués de oídas. En la casa de mi padre, que se fue a vivir a Río de Janeiro en el 87. Ahí me embebí del idioma de los locales –su mujer, sus amigos, la empleada doméstica- pero sobre todo de su portugués parco. Un portugués exento de esa musicalidad tan característica; sin teatralidad, sin dulzura. Un portugués sin sotaque. Es sabido que cuando habitamos de verdad una lengua no necesitamos andar traduciéndola mentalmente sino más bien todo lo contrario: la asimilamos con naturalidad e inconsciencia, sin estar obligados a contrastarla todo el tiempo con la lengua natal. Al leer El único final feliz para una historia de … Leer más »






» ¡suscribite!

Newsletter