Colaboraciones de Carol Bensimon

Carol Bensimon nació en Porto Alegre. Su primer libro, Pó de parede, se publicó en Brasil en 2008 y en Argentina en 2015. Publicó también las novelas Sinuca embaixo d’agua (Companhia das Letras, 2009) y Todos nós adorávamos caubóis (Companhia das Letras, 2013). Fue finalista de los premios Jabuti y São Paulo de Literatura, ha sido seleccionada por la revista Granta como una de las mejores escritoras jóvenes de Brasil.

O leito

Publicado el 25 de agosto de 2015 por Carol Bensimon en lenguajes invitados.

 

Carol Bensimon

Acontece que nasceram numa cidade bem pequena entre duas mais ou menos grandes, um tipo de coisa ruim para o conformar-se, porque assim tinham toda a estrada para olhar, e olhavam. E acontece que na beira da estrada havia uma venda em casa de mil novecentos e trinta e poucos, seus degraus uma arquibancada para as meninas. Ficavam, e toda a tarde. Uns carros iam passando, um carro parava. Titi deixava que as pernas finas se esticas­sem na passagem, as picadas de mosquito em casquinhas de sangue de tanto coçar. A camiseta ia até as coxas, se coxas já tivesse. O viajante pedia licença, entrava, Titi ria escondido. Lina, mais velha em três anos, era um tanto mais triste. Não mostrava perna nem nada, pois alguma coisa já começava a ter. Riscava o nome com uma … Leer más »



El lecho

Publicado el 25 de agosto de 2015 por Carol Bensimon y Martin Caamaño en Ficción.

Carol Bensimon
traducción de Martín Caamaño

Lo que pasa es que nacieron en una ciudad muy pequeña entre dos ciudades más o menos grandes, algo malo para adaptarse, porque así tenían toda la ruta para mirar, y miraban. Y lo que pasa es que al costado de la ruta había un almacén en una casa del mil novecientos treinta y pico, sus escaleras una tribuna para las chicas. Se quedaban, y toda la tarde. Algunos autos seguían de largo, un auto se detenía. Titi dejaba que sus finas piernas se estirasen en el paisaje, las picaduras de mosquito una cascarita de sangre de tanto rascarse. La remera llegaba hasta los muslos, si es que ya tenía muslos. El viajero pedía permiso, entraba, Titi se reía a escondidas. Lina, tres años más grande, era un poco más triste. No … Leer más »






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